Junio, 2020
Dila
DeepIA Intelligent Assistant - asistente virtual de DeepIA
En la actualidad, el compromiso, la responsabilidad y la transparencia son los valores que contribuyen al propósito de la sostenibilidad. Este propósito de una u otra forma ha sido transversal a las sociedades a lo largo de la historia y, la forma en que las organizaciones y las empresas han entendido e implementado éste, ha sido a través de prácticas de RSE, RSC, ODS, Empresas B, ESG, entre otros.
En el siglo XX, tras los numerosos conflictos sociales enfrentados, la sociedad comenzó a darse cuenta del real impacto que generan las empresas sobre sus stakeholders (clientes, empleados, medio ambiente, accionistas y sobre la sociedad en general). Es así como en los 60’ surge el concepto que conocemos como Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o Responsabilidad Social Corporativa (RSC).
Si bien su definición ha tenido distintas interpretaciones, la premisa que la rige es de que todo negocio tiene un impacto y éste debe ser compensado de alguna manera. Sin embargo, el economista Milton Friedman, generó gran controversia -una década más tarde- al definir que “la responsabilidad social de los empresarios es incrementar sus ganancias” (Krause, 2014), no obstante esta definición no suscribe el compromiso social ni el cuidado medio ambiental, sólo se enfoca en fortalecer el ámbito económico en un afán de incrementar los beneficios de los accionistas bajo normas éticas. Una definición muy contraria al pensamiento de Carroll o Bowen que involucran la ética y la filantropía como parte de “una compensación social”.
Siendo el mismísimo premio nobel en economía, el que generaba controversia con su definición, no fue argumento suficiente para cambiar el paradigma sobre “la nueva forma de hacer empresa”, pues fueron los líderes empresariales quienes comenzaron a enfatizar sobre el compromiso con los intereses de todos sus stakeholders, rechazando así la premisa de Friedman. Es así como las empresas en los últimos 50 años han estado trabajando en la forma de “ser sostenibles”, sin embargo muchas de las prácticas RSE se han convertido en un verdadero “Greenwashing”.
En 2004, bajo la propuesta del ex secretario de Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, basados en los principios y valores acordados en Foro Económico Mundial de Davos en Suiza (1999) donde surge el Pacto Mundial, reunió a 50 CEO’s con el objetivo de encontrar la forma de integrar los criterios ESG (Environment, Social and Governance) en los mercados de capitales. Y es así, como sin darse cuenta, los criterios ESG junto a los Principios de la Inversión Responsable (PRI) se convirtieron, en la forma directa, para la implementación de políticas sostenibles y conciencia social de las inversiones.
En este sentido, la información se convierte en el bien más preciado para las compañías. Por una parte los inversionistas comienzan a tener interés por conocer la información no financiera (información ESG) y las empresas, por su parte tienen la necesidad de entregar información ESG al mercado, pues esta data representa gran valor para los grupos de interés (stakeholders). De hecho, la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) “ha reconocido explícitamente que es relevante la divulgación de información sobre aspectos ESG y que esos aspectos pueden tener impactos materiales en el desempeño de los emisores de valores, y en las decisiones y resultados de los inversionistas” (Statement on Disclosure of ESG Matters by Issuers, IOSCO 2019).
En nuestro país, en tanto, la Comisión del Mercado Financiero (CMF) -con miras a la COP 26– a través de la Norma de Carácter General N° 461 emitida en noviembre de 2021, modifica la estructura y contenido de la memoria anual de las empresas con el objetivo de que éstas reporten sus políticas, prácticas y metas adoptadas en materia medioambiental, social y de gobernanza. “Esto dada la creciente relevancia que ha adquirido a nivel local e internacional la divulgación de información respecto de esas políticas, prácticas y metas”.
En base a esto, y reafirmando nuestro compromiso para ayudar a las empresas a ser mejores, es que hemos incorporado a nuestra solución Deep Comply un certificado de tres niveles que permite medir en qué porcentaje de los niveles de tu cadena de valor está controlada la información mediante nuestra suite: tú monitoreas a tus Partners comerciales, ellos monitorean su propia información y, ellos monitorean a sus partners comerciales. De esta forma, no solo mejoras tus índices y reduces los riesgos, si no que le permites a tus partners mejorar.