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Junio, 2020

Dila

DeepIA Intelligent Assistant - asistente virtual de DeepIA

Al momento de planificar la estrategia, todas las empresas deben prever los riesgos a los que pudiesen estar expuestos. La mayoría solo pone atención a los de carácter financiero, a los inherentes (internos) y a los operativos (subcontratistas, proveedores o colaboradores) restando importancia a aquellos que “no afectan directamente el bolsillo del negocio”.

Sin embargo, los riesgos no financieros, aquellos que derivan de las potencialidades ESG -por ejemplo-, pueden generar un impacto muy negativo para la empresa tanto en lo económico como en lo reputacional, pues sabemos con certeza, que hoy más que nunca, que los grupos de interés están poniendo atención a los factores de gobernanza, medioambiental y social.

El no gestionar de manera adecuada las normas derivadas del factor Enviromental (medioambiental) podría suponer una falta grave frente a los compromisos y propósitos adquiridos por la compañía, sobre todo si el país en el que opera está adscrito a los Objetivos de Desarrollo Sostenible para la agenda por el Cambio Climático 2030.

El compliance ambiental se está tornando fundamental, sobre todo en rubros como la pesca industrial, forestales, energías entre otras, a quienes se les está exigiendo por parte de los stakeholders y de la misma sociedad, incluir temáticas medioambientales en sus políticas de empresa, en todos los niveles.

Así mismo, existe demanda por un mayor compromiso social y laboral. El desarrollo sostenible no solo depende de los factores externos de la compañía, si no también, a nivel interno entre sus colaboradores y trabajadores, cuyo compromiso puede afectar directamente en la operación o en la cadena de suministro; y por consiguiente, en un daño de reputación irremediable.

Medir el impacto que tiene la empresa sobre las personas, tanto internas como externas (personas y su entorno), podría hacer una gran diferencia.

El tercer punto ESG tiene que ver con el Governance, un buen gobierno corporativo es clave dentro de toda organización, su buena gestión acerca a todos los grupos de interés (inversionistas, clientes, proveedores, empleados) construyendo no sólo una buena práctica sino que también trayendo y otorgando beneficios a toda la propuesta de valor.

Los códigos de un buen gobierno corporativo se traducen en dos conceptos clave: transparencia y colaboración.

Sin importar el tamaño, el sector o la actividad de la empresa, hoy es clave poner foco en los riesgos derivados de ESG, para poder gestionarlos de forma oportuna, minimizarlos y eliminarlos por completo para así poder mantener la buena reputación.

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