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Septiembre, 2022

Dila

Deep Comply - By DeepIA

Greenwashing is a climate killer’, la frase de la actriz y activista británica Emma Thompson, que dio vuelta en los principales noticieros del mundo, incluso El Mercurio, el pasado 18 de agosto, hizo mención a aquello.

El greenwashing o “lavado verde”,  se ha convertido en la práctica que muchas empresas han adoptado para disfrazar de sostenible el negocio. Y no ha de parecer  extraño (aunque de todos modos cuestionable), pues es sabido que las empresas que incorporan medidas sostenibles en materia medioambiental, social y de gobernanza (ESG)han aumentado en promedio más del 20% su rentabilidad (según el informe Shaping the Sustainable Organization 2021 elaborado por Accenture en colaboración con World Economic Forum),  por lo que el  greenwashing se convierte en una política altamente competitiva para mejorar la imagen y reputación.

Ahora, bien, esta mala práctica no se “vende por sí sola”, el márketing ha ayudado a que este tipo de mensajes proliferen en todo tipo de medios desde las rr.ss hasta campañas BTL. Según un estudio de RepRisk, firma líder en ciencia de datos de ESG, una de cada cinco empresas que dice ser ESG, está ligada al lavado verde bajo la genuina “falsa” convicción de sostenibilidad, generando cambios superficiales solo para “cumplir con lo correcto”.

La disciplina y la innovación impulsan el progreso de las economías, y para ello es fundamental que las empresas transparenten sus acciones. Es por esto que la opinión pública como los consumidores e incluso los mismos colaboradores están exigiendo saber cómo las empresas están afectando el medio ambiente, cómo tratan a sus empleados, clientes y stakeholders y si realizan prácticas éticas y acordes a las normativas legales.  

Reinalina Chávarri, directora del Observatorio de Sostenibilidad del Departamento de Administración de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile, en la entrevista de El Mercurio, “sostiene que hay estudios que señalan que el 70% de los consumidores consideran la variable medioambiental y su coherencia” y Yerko Cortés, académico de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la U. de Talca añade que ‘las compañías hace rato detectaron que los consumidores están dispuestos a pagar por productos que involucran al concepto de sostenibilidad‘ y por ello llevan a cabo este lavado de imagen.

Lo peor, es que este tipo de acciones no solo desprestigian la imagen de la empresa en cuestión, sino que, por rebote -muchas veces- cae sobre la industria, invalidando el modelo de negocio.

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